Séptimo paso del éxito: NOBLEZA

Recuerda que solo hay un cliente: la naturaleza humana misma.


No puedes equivocarte si recuerdas la regla básica de que solo tienes un cliente al que servir, un cliente al que agradar, y el nombre de ese único cliente es naturaleza humana. Sin importar la piel que pueda llevar puesta, dentro de cada cual está el mismo cliente. Resulta fácil entender a tu cliente. Basta con preguntarte qué
cualidades buscas en un producto. Date cuenta de que la palabra es cualidades.

 

Ningún precio nos llevará a comprar un artículo si no tiene las cualidades que estamos buscando.


En esta área, tienes que vigilar la tendencia de la mente a complacer las debilidades de carácter de otras personas.

 

Si prestas servicio a la negatividad, es posible que obtengas un beneficio. Es posible que sobrevivas muy bien; sin embargo, nunca tendrás éxito.

 

No confabularse con lo enfermo y pervertido, no es ser un "beato", sino ser realista.

 

¿Puedes engañar alguna vez al universo?

 

De acuerdo con la ciencia de la kinesiología, la respuesta es no. Incluso si las personas no tienen un conocimiento consciente de los hechos, cuando sometemos a la prueba kinesiológica a extraños que desconocen totalmente el tema, vemos que cuando se enfocan en algo carente de integridad se debilitan.

 


En el universo, todo está conectado con todo lo demás.

 

 

Inicialmente, cuando entendamos este hecho, durante un tiempo estaremos un poco paranoicos, pero será una paranoia terapéutica. Si alguien manufacturara una "muñeca que se destripa", habría mucha gente extraña ahí fuera que la compraría, completa, con su cuchillo para hacerse el harakiri, sus tripas de aspecto realista, el grito electrónico y la sangre de plástico. Alguien se beneficiaría de ello. Sin embargo, el coste para quien tolera estos gustos es enorme. Es invisible para él, pero muy visible para todos los demás. Lo que hemos venido describiendo en los dos párrafos últimos no es la naturaleza humana, sino la naturaleza inhumana.

 

Nos engañamos si pensamos que podemos servir a lo que es débil sin debilitarnos nosotros mismos. Es contaminante.


Los que violan la decencia humana y parecen beneficiarse de ello pueden tener buen aspecto por un tiempo. Sin embargo, cuando estudiamos su vida en detalle, longitudinalmente, la devastación es asombrosa.

 

¿Conquistamos una cosa al oponernos a ella? No. El modo de conquistarla es crecer y alejarnos de ella. Cuando
queda claro que algo que está presente en nuestra existencia es antivida, inmaduro o superficial, en realidad esto es vanidad disfrazada. Cuando descubrimos que no hay amor ni buena voluntad en ello, ¿deberíamos sentirnos culpables por ello, castigarnos o convertirnos en reformadores? No. Más bien, la solución es optar por la madurez y la sabiduría.

 

Nuestra conciencia evoluciona y lo supera cuando no cedemos ante ello ni luchamos contra ello. A medida que nos hacemos más conscientes, matar patos deja de atraernos. Cambiamos al tiro al plato. Las aves que vuelan en formación y graznan están tratando de ir al sur para poder sobrevivir y criar una nueva bandada para el año que viene.

 


En una ocasión, visitando una ciudad pequeña, pregunté a un tendero local: —¿Dónde está todo el mundo?
—Bueno —dijo—, hoy empieza la temporada de la ardilla.


Aparentemente, todos los hombres del pueblo se habían quedado sin piezas de caza que cobrar: osos, leones de montaña, alces, ovejas, ciervos, jabalíes, puercoespines, castores, zorros, búfalos, caballos mesteños, cisnes, patos, pichones, palomas y cualquier otra cosa que se moviera. Ahora había descendido hasta las ardillas. Es grotesco e incomprensible lo que un rifle de alto calibre puede hacer a una humilde ardilla.

Cazar palomas y ardillas calibra en 65.


¿Cuál es el coste para la persona que mata animales salvajes voluntariamente por dinero o por la excitación de cobrar una pieza? ¿Cuál es el coste de atender a la negatividad de otros? En los casos a largo plazo que se han investigado, el coste para la persona es enorme. Esas personas no tienen verdadero poder o magnetismo. No tienen el poder de transformar la situación simplemente siendo quienes son.

 


Las personas que vienen desde el poder interno tienen la capacidad de transformar la situación con su mera presencia. Su simple presencia marca la diferencia. Cuando te has adueñado de tu poder interno, lo que cuenta no es lo que tienes ni lo que haces. Lo que cuenta es quién eres. Aquello en lo que te has convertido. El poder es grandeza. La grandeza es estatura. La estatura es presencia. La presencia viene del ABC del que te has adueñado dentro de ti. No se puede comprar. Ni siquiera se puede ganar. Inspira a los demás, que llegan a experimentar lo mejor de sí mismos al estar en presencia de la grandeza, que valida su nobleza interna y alimenta su potencial oculto. El mundo reconoce la presencia de este poder interno simplemente porque "es".

 


Nelson Mandela es un gran ejemplo. Viniendo del ABC de cuidar de todos los sudafricanos y no solo de su propio grupo racial, produjo un espíritu unificador suficientemente fuerte para desmembrar, contra toda probabilidad, un inhumano sistema de apartheid que estaba fuertemente arraigado.

 

 

 

 

Extracto del libro "La Explicación del Mapa de la Consciencia" del Dr. David. R. Hawkins.

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