El camino de la RENUNCIA

Cuando un alma se embarca en el arduo camino de la iluminación, el de la autorrealización del Ser, sabe que tiene que mantenerse muy firme en la intención.

 

Por suerte, cuando un alma adquiere ese compromiso, cuando escoge alinearse con la intención de la autorrealización, el de la disolución del ego; atrae hacia sí ayuda. De esa que tiene verdadero poder. Hablo de la asistencia de los reinos superiores. Reinos celestiales, ángeles, arcángeles y todas aquellas almas que hicieron el camino completo. Es decir, esas que ya han transitado ese camino.

 

 

Y se requiere ayuda, porque algo así nadie puede hacerlo por sí mismo.

 

 

El camino de la autorrealización del Ser no es un camino para pusilánimes; porque una vez que has escogido ese camino vas a ser cada vez más consciente de la negatividad. De la negatividad de tu propio personaje y de la negatividad del colectivo, o sea, de la negatividad del mundo.Todas esas facetas no íntegras que estaban en ti y que son parte de la humanidad, de las que eres parte indisociable.

 

Y esta negatividad llega a ser verdaderamente pegajosa, a la vez que va adquiriendo una sutileza magistral.

 

 

Van a aparecer una y otra vez las tentaciones. Además, en tu punto flaco. Justo en tu talón de Aquiles, de ahí que adquiera la cualidad de auténtica tentación.

 

 

Por eso se requiere verdadera determinación de intención para no entrar en esa negatividad. Y renunciar al jugo del juicio, la condena, el resentimiento, la ira, el orgullo, el victimismo… y el más complejo de todos, el jugo de racionalizar las cosas.

 

 

Y para que entiendas de lo que hablo, te voy a poner un ejemplo:

 

Hace unos meses volví a casa de mi madre, y durante 3 meses ha sido todo coser y cantar, tanto así que me dije: “bueno es que se ha hecho mucho trabajo interno para sanar la relación con mi madre”. ¡JA! ¡Qué ilusa yo!

 

 

No es que el trabajo no se hubiera hecho, es que aún no está acabado. Aún quedan restos. Estos son los que han ido apareciendo.

 

 

Y claro, es aquí donde uno tiene que poner en práctica todo lo aprendido. Es cuando hay que salir al ruedo con el toro en la plaza.

 

 

Me animo mucho a tener muy presente el amor, la compasión y la comprensión cuando mi madre lanza las dagas envenenadas. Se ve perfectamente la intención de hacer daño en cada una de ellas. Pero claro, como ve que las esquivo, que no surten ningún efecto en mí, porque elijo el amor y la paz por encima de todo, eso la frustra aún más. Ella trata de hacer un daño que no está consiguiendo, por lo tanto, lo intenta y lo intenta cada vez más, y además de una manera cada vez más “dañina”. Pero, aun viendo su insistencia, y su intención, elijo amar y perdonar. Porque, como bien nos enseñó Jesús, “hay que perdonar 70 veces siete”.

Y trato de poner en práctica la comprensión y la compasión.

 

 

La comprensión y compasión que se requiere para entender que mi madre es una mujer que no se ha realizado como persona, ni económica, ni profesionalmente. Siempre ha dependido de un hombre. Además de vicisitudes varias a lo largo de su vida y, que no ha acudido a psicoterapia nunca en su vida para hacer las paces con ella misma.

 

Sin embargo, tiene 3 hijas que sí han buscado tanto su independencia económica como su realización profesional, y eso parece que le molesta. Ya que la conducta que tiene conmigo, es también con mis hermanas. Lejos de sentir satisfacción por ver que sus hijas sí han desarrollado esa faceta, parece sentir envidia. Pero tanto yo, como mis hermanas, elegimos pasar por alto todos sus desaires e injurias, porque somos conscientes de que su “no realización”, y todas sus heridas y carencias la tienen muy frustrada.

 

 

Preferimos verla como una niña pequeña que no sabe lo que hace. Ser compasiva con ella. Ella no parece ser consciente de todo esto, actúa de manera reactiva a un profundo dolor en su inconsciente que la mantiene cautiva. A veces queremos hacerle ver, y que entienda que nos hace responsable de “su dolor”, pero rápidamente se pone a la defensiva, y en modo víctima. Por eso, a veces lo más amoroso es simplemente dejarlo pasar y no darle mayor importancia a sus acciones.

 

 

Muchas veces las personas están tan llenas de dolor y de resentimientos, que viven presa de esas emociones, y claro, desde ese estado no se puede ser más que lo es, una persona que el dolor es lo único que ve.

 

 

 

 

De ahí que sea realmente importante que seamos conscientes de nuestras heridas, de nuestras sombras, para que podamos iluminarlas, y sobre todo que nos hagamos responsables de ellas. Nadie tiene que sufrir por nuestras heridas. Si en mí hay alguna percepción de carencia, algún trauma o herida, está en mí sanarlo. Lo fácil es proyectarlo fuera, y ser la “víctima” de mis circunstancias. Es el responsabilizarnos de la sombra, amarla, sanarla y trascenderla es lo que requiere verdadero coraje y voluntad de superación.  

 

 

 

 

 El libro “El Poder del Amor”, nos enseña a que hagamos uso de este, para sanar, perdonar y liberarnos de todas las heridas, tanto las de nuestro niño interior como las que traemos en relación con nuestros vínculos más cercanos. ❤️‍🩹

 

Porque solo el amor es el que tiene el poder de algo así.

 

 

 

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