
La práctica simple que lleva a tener esta actitud y que cualquiera puede probar para llegar a ser verdaderamente exitoso en la vida cotidiana es esta: en medio del tráfico, cede siempre el paso a los que quieran meterse en tu carril.
¿Te suena esto como una locura?
En esta práctica, está oculto el poder secreto de llegar a ser una persona de éxito. A medida que practiques esta técnica, acabarás descubriendo el placer de ser una persona verdaderamente amable.
¿Qué significa ser amable?
Significa que favoreces la vida y la felicidad de otros. Pasarás de la breve satisfacción de bloquear a otros a cultivar a largo plazo la conciencia interna que es producto de favorecer a otros.
Si cedes el paso a otros en medio del tráfico, te experimentas a ti mismo como magnánimo. Notas que otros te saludan y te dan las gracias. Tu vida está llena de agradecimientos, bondad, gratitud y resultados derivados del yo gano-tú ganas, porque estos son los principios que defiendes y vives.
La práctica siguiente consiste en cultivar siempre algo en la oficina, en el apartamento, en el hogar o en el jardín. Puedes tener tomates en la ventana, o un bonsái, o un pequeño cactus, o lo que se te ocurra. Debe ser algo de lo que te responsabilizas personalmente, aunque te limites a regar los geranios en el tiesto de la ventana. Es notable que Nelson Mandela, incluso estando en prisión, cultivaba tomates en un cubo de basura viejo y daba los frutos de su labor a los guardias de la prisión y a sus familias.
Alinear tu brújula
La capacidad de tener éxito reside en cada uno. Cualquiera de nosotros puede hacer que los demás se sientan bien consigo mismos. Al hacer esto empezamos a sentirnos bien con nosotros mismos. Esto empieza a contagiarse y hace que nuestra brújula apunte en una dirección cada vez más positiva, en la que el éxito solo es
la consecuencia automática de aquello en lo que nos hemos convertido.
Investigaciones avanzadas han demostrado que hay un patrón y un principio organizador discernible en todas las ocurrencias del universo. De hecho, si no fuera por el principio organizador, no sería posible ningún universo. Los principios organizadores tienen distintos niveles de poder. Aquí tenemos uno de los secretos
del éxito de la gente poderosa: toda su vida está organizada automáticamente y sin esfuerzo, por el alineamiento completo y total con, y por el compromiso con, principios muy elevados y poderosos. Así es como Mahatma Gandhi derrotó al Imperio británico.
El poder viene de alinearse con estos patrones atractores dominantes que sustentan la vida.
Vemos esta orientación en la gracia y calidez de las personas verdaderamente exitosas. Quieren que los demás estén cómodos, favorecer su confort y bienestar. Incluso su ingenuidad, su candidez o su torpeza se inscriben en un contexto general de gracia. Es como si supieran inconscientemente cuándo es más grácil mostrarse torpe. Esa torpeza es lo que tranquiliza a los demás.
¿Cuántas veces podemos recordar un momento de nuestra vida en que repentinamente pretendimos habernos olvidado de algo, o parecíamos estar intranquilos, y el único propósito era que la otra persona se sintiera cómoda?
Ese es un buen espacio en el que estar, y nos asegura que nuestra consideración hacia otras personas aporta una gracia que encaja automáticamente en las necesidades del momento.
El éxito no es algo que tengamos ni es algo que hagamos. Es la consecuencia automática de lo que somos.
Nuestra vida y lo que conseguimos en el mundo solo son el resultado de lo que verdaderamente somos dentro de nosotros, y de a qué hemos decidido servir. Esta verdad es lo que hace que nuestro trabajo sea fácil.
Al pilotar una nave, si cambiamos de dirección un solo grado en la brújula, después de unos días de navegación acabaremos estando a muchos cientos de kilómetros de distancia de donde habríamos estado si no hubiéramos cambiado el curso ese único grado. Por lo tanto, un ligero cambio de nuestra actitud interna puede tener consecuencias enormes en nuestra vida. Tal vez nadie sepa esto mejor que el alcohólico en recuperación o el adicto.
Extracto del libro "La Explicación del Mapa de la Consciencia" del Dr. David R. Hawkins
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