Quinto paso del éxito: ATRACCIÓN

Quinto paso: Atracción


Confía en la atracción más que en la promoción.


Recuerda que la promoción, con un marketing agresivo y forzado, con publicidad y argumentaciones comerciales, está muy dirigida hacia fuera y requiere tiempo, dinero y energía.

 

Por otra parte, la atracción no requiere tiempo, energía, esfuerzo ni dinero.


La promoción viene de la fuerza. La regla del universo es que la fuerza se encuentra con otra fuerza igual que va en sentido contrario. La persuasión se encuentra con la resistencia a comprar. Cuanto más dinero gastes en promoción, más vas a tener que elevar el precio. Por tanto, acabarás creando un techo de resistencia y estrecharás la distancia entre tu producto y el de tu competidor.


¿Qué es lo que atrae y construye tu éxito sin necesidad de dedicarle tiempo, energía o esfuerzo?

 

Tu reputación.

 

Tu reputación no es una falsa imagen fabricada por alguna empresa de marketing, sino la verdadera autenticidad de tu labor, que brilla y resulta evidente para todos en todo lo que haces.

 

El nombre o la etiqueta de algunas compañías evocan en nosotros un sentimiento cálido porque han demostrado a lo largo del tiempo que proporcionan un producto o servicio bien diseñado, digno de confianza y único, con un servicio al consumidor responsable y confiable. Su reputación es el efecto de una energía ABC positiva.

 

Mientras que la mayoría de las corporaciones calibran en torno a 200 —lo mismo que la burocracia gubernamental—, estas compañías calibran en los 300, lo que indica su resonancia con la emoción humana —más que la mera funcionalidad —.


El ABC que tengamos en mente es el imán que tiene poder de atracción, y no cuesta nada. Si estás haciendo un buen trabajo, la gente te buscará.

 

Esto no significa que no vayas a informarles de que estás ahí y de los servicios que pones a su disposición, de cuáles son tus ofertas especiales de la semana y de cuál es tu horario.

 

En el mundo de los negocios, hay un viejo axioma que dice: Un cliente satisfecho es la mejor publicidad. Todo el mundo afirma con la cabeza y dice: "Oh, sí, ya lo sé", y luego lo ignoran.


Una buena regla intuitiva es preguntarte si la tentación de tomar cierto atajo compensa el riesgo de arruinar tu negocio.

 

Consideremos el ejemplo aparentemente sin importancia de volver a ofrecer los "donuts de ayer". Al final del día todavía te quedan doce donuts sin vender. Al día siguiente los pones en el escaparate junto con los de hoy. Si en lugar de eso hubieras puesto en un pequeño letrero "los donuts de ayer" y hubieras rebajado un poco el precio, los venderías todos y eso no supondría ningún riesgo para tu negocio, aunque los donuts no supieran cómo los de hoy. El cliente no tendría ninguna queja porque hay un cartel que dice claramente: "Los donuts de ayer". Sin embargo, si los vendes como si fueran de hoy, es posible que ganes un euro más. Pero cuando el cliente se queje a su familia —No sé, hay algo en estos donuts. Me han decepcionado; no están como siempre—, habrás arruinado tu reputación en toda una familia. Y esa familia tiene amigos y parientes.


Nunca tomes un atajo que vaya a poner en riesgo tu reputación. Si asumes que tus clientes saben lo que está ocurriendo, estás en lo cierto. De hecho, la gente "simplemente sabe", aunque no puedan expresar lo que saben.

 

En dichos como "Lo que ellos no saben no les hará daño" se racionaliza un alejamiento de la calidad que tiene su origen en la fuerza. El dicho en sí es cierto: "Lo que ellos no saben no les hará daño", ¡pero sin duda te hará daño a ti! Ellos no lo saben conscientemente, pero sin duda lo saben inconscientemente.

 

Esto es cierto en todas las áreas de la vida.

 

 

 

Extraído del libro "La Explicación del Mapa de la Consciencia" del Dr. David R. Hawkins.

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